Miércoles 3 de agosto
Presentación en una penitenciaría cercana a Madrid. Una cárcel como las otras, salvo que sus corredores largos, nos amedrentan; tienen la típica sala donde el abogado habla a través de un vidrio y locutorio. El personal que nos atiende es menos pintoresco que en otras penitenciarías, quieren todo el tiempo escuchar música dentro de la sala. El de la música es muy parecido a Puyol, un portugués que está detenido por una riña. A su lado un viejo muy elegante que tiene una pena de veintitantos años, es decir, algo más que una riña. El director de la cárcel es muy simpático y nos recibe en persona. El equipo de Televisión Española, que nos tiene como preferidos, también entra a la cárcel y hace tomas para otro documental. En la mitad de la representación se tira un espontáneo al escenario; el preso tiene igual nombre que un fulano al que apelan los personajes de la obra.
Todos nos quedamos fríos y los actores no saben cómo reaccionar. Esta es la primera vez que un espontáneo se nos sube a un escenario. El tipo no logra que la sala se ría y rápidamente baja. La situación hubiese sido delicada si se tratara de una escena femenina, por suerte solo quería hacer una broma. El equipo de Televisión Española también queda atónito; nos cuentan que en esta penitenciaría está uno de los presos más emblemáticos de España. Los comentarios constantes a los textos de la obra son muy simpáticos. Al final el propio director nos trae flores y maticas. Noche libre en Madrid, los actores se dirigen hacia el centro pero se encuentran con el movimiento 15 M que trata de entrar a un Sol rodeado por la policía. Por segunda vez no pueden conocer la Plaza Mayor. Se impresionan por la manera como la gente esculca, o merca, en los contenedores de la basura. Comida en el restaurante Wok y nos tumban plata gracias a un sutil juego idiomático en la carta.