martes, 9 de agosto de 2011

Día libre

Lunes 8 de agosto


Decidimos salir temprano para no perder el día en el bus. Nuca coincide nuestro día de descanso libre de traslados en el bus. Paramos en un supermercado y nos atiborramos de productos para un picnic grupal, disfrutando uno de los placeres de la clase media española.



La zona de parqueo con poca sombra está llena de franceses árabes rumbo al estrecho, camiones y españoles sin pasta para un restaurante. Jamón serrano, queso manchego, pan fresco, boquerones, tomates, ensalada de cangrejo, son algunos de los condimentos de nuestro banquete, que logra, increíblemente, saciar a la tropa. Llegamos a Ciudad Real, y Gabriel nuestro primer conductor, se ofrece para llevarnos, en la noche a Torralba de Calatraba, para que veamos al grupo de Erasmus, de la Universidad de Valencia. Los grupos están un poco cansados de ver siempre a los mismos, por eso el encuentro parece una cita entre viejos conocidos. Compartimos todos los incidentes de las giras y vemos su obra. Un espectáculo simpático, con muy buena producción, mezcla de El retablo de la maravillas, La elección de los alcaldes de Daganzo y un capítulo del la segunda parte del Quijote, la obra es actuada por 3 españoles, griegos, italianos, suizos y franceses. Es su segundo año en estas giras, por lo que tienen mucha experiencia en estas lides. Los acompañamos a cenar y de regreso a los respectivos hoteles, canto y solidaridad.

Soria, ciudad de poetas

Domingo 7 de agosto

Rumbo a la cuna de los numantinos y ciudad de poetas. La villa sin ser muy agraciada es una capital de provincia. Visitamos el Museo Numantino, pero ya no alcanzaremos a visitar las ruinas de la ciudad que inspiró a Cervantes. Nos presentaremos en Sotoplaya, un antiguo lavadero de lanas, después de alojarnos y comer, bajamos a un lugar maravilloso a orillas del Duero, con Numancia arriba del cauce. Ahora es un parque maravilloso y como no tenemos muchas posibilidades de modificar el escenario de cemento, en donde nos presentaremos, a la luz del día, nos entregamos a pasear, bañarnos en el Duero y observar a los sorianos descansar.




Llega Jesús, el encargado de Cultura, una persona cordial y delicada que nos restaura, con creces, nuestra fe perdida en la provincia. La función sale muy bien, un muñeco, como de figura bíblica, en fibra de vidrio que acomodamos cerca de una puerta de salida del escenario se convierte en la protagonista. El muñeco está abandonado y con la cabeza separada del cuerpo, en el momento en que Placida resucita y Suplicio sale corriendo presa del pánico, Alexander tira el muñeco al suelo y Jesús toma su cabeza; unos espectadores que olvidaron el muñeco, se pegan tal susto que salta horrorizados de sus sillas. Noche con bocadillos o sándwiches en la Alameda de Cervantes y muchas celebraciones.

San Esteban de Gormaz

Sábado 6 de agosto

En la mañana paramos en un hospital a que atiendan a Alexander; al parecer la picadura de una mosca le ha provocado un roncha cerca al ojo y está muy inflamado: se ve fatal y necesita antibióticos. El seguro nos dice que paremos en San Sebastián de Reyes y nos bajamos en patota para ejercer presión en la atención. Pero no es necesario, lo pasan a donde la doctora muy rápido y la atención es muy oportuna, rápida y certera. Una sanidad pública muy buena que los privados quieren hacer entrar en crisis, como en Estados Unidos. Ojalá no la dejen perder.



Llegamos con cautela a San Esteban de Gormaz, un pueblo donde la concejal de cultura ha sido especialmente déspota y grosera por teléfono. El ayuntamiento sólo pone una comida y ni agua; como si fuera poco en el hotel cabemos la mitad y tienen que dividirnos en otro albergue. La ciudad ribereña del Duero, tiene unas iglesias románicas maravillosas y muy bien conservadas. Vamos a la plaza, con un bar al lado, por donde pasan carros y donde han dejado a un pobre portero y a su esposa como encargados de atendernos. Los apesadumbrados funcionarios también ven con extrañeza como no aparecen los funcionarios, que han visto en la piscina esta mañana. La energía que nos han puesto está mal, no es trifásica. Llamamos a un teléfono que está en la caja de luces y aparecen dos electricistas, con más ganas de fiesta que de currar. Corrigen algo superficial, pero cuando les demostramos que está mal, desaparecen como súper héroes, es decir actuamos con media caja de Diners. Si estuviera el Alcalde o la del cultura, no pasaría eso. Comenzamos el espectáculo y los actores son muy diestros ya en manejar públicos hostiles; por ejemplo a los de un bar, cuyas mesas quedan justo al lado del tablado, y que no piensa callar, los actores los persuaden de hacerlo. Ha sido la función a la que más espectadores han asistido, mal contada las sillas había cerca de 500, más la gente de pie. En su mayoría personas de edad avanzada, que con disciplina, cogen del montón su silla y la van llevando hasta las últimas filas. La función sale muy bien, mucha concentración colectiva aunque con automóviles que pasan. Algunos espectadores observan la función desde las ventanas del segundo piso, como en palcos o reservados, de los corrales de comedias. Nos saludan mucho después de la obra, una bibliotecaria que conoce Cartagena y desconocía la música y la cultura del Litoral Pacífico agradece la delicadeza de la obra. Los viejitos vuelve a apilar las sillas y nos vamos muy aplaudidos, pese al desgano y el desaire de la administración pública de San Esteban de Gormaz.



Cárcel de Navalcarnero

Viernes 5 de agosto

Salida rumbo a Ciudad Real con parada en Toledo a comer. En el camino todos son llamadas a precisar detalles en los lugares de representación. Como actuamos un fin de semana, pues no contestarán en los ayuntamientos. Los funcionarios disgustados son groseros, especialmente en la ciudad que actuaremos el sábado. Se irritan ante los imprevistos, como que ser profesional en España es cumplir solo lo acordado. Cuando les pregunto, por ejemplo, ¿dónde estacionar el autobus? se molestan de no haber pensado en el tamaño; contestan por señas y no dan direcciones. Vamos a una cárcel cerca de Madrid, en Naval Carnero. Llegamos un viernes a las 4 de la tarde y todo es desolación. Es una cárcel donde no hemos tenido contacto alguno con funcionarios. Nos reciben simples guardias y todo es muy demorado. Revisar los documentos: 15 minutos, recoger la utilería 20. Al fin entramos y la cárcel es vieja y tenebrosa, con largos corredores en fibra de vidrio, rejas y con pequeñas ventanas que permiten divisar el patio central. Se queda Sevillano con la escenografía y se va con los ordenanzas.



Unos personajes que parecen sacados del purgatorio, ya tienen salidas constantes por cumplimiento de penas o buena conducta y los aíslan del resto de los presos. Nos ayudan pero no verán la obra. Cuando llegamos a las puertas del auditorio, un hall con poemas y un rompecabezas del Jardín de las delicias enmarcado y nadie aparece. Nos tenemos que poner a entretenernos con juegos de reflejos. Al final vemos que el auditorio está abierto, es una sala enorme, caliente, sin aire y un gran Guernica pintado a un costado. Pero el material no llega, entre las dos instancias perdemos 40 minutos. La demora se debe a que hoy hay piscina y, sobre todo, visita conyugal, por eso los presos andan, justificadamente, en otra cosa. Después de una hora llegan la escenografía. Pedimos una escalera, como en las otras prisiones, y nos dicen que están totalmente prohibidas. El director del grupo, un ingeniero, que debe estar adentro por algún delito informático, no comenta que al no ser una cárcel de alta seguridad, sin cámaras ni los equipos respectivos, pues le temen a las escaleras. Llegan literalmente 40, presos que para un auditorio de esas proporciones, se siente desolado. Nos conectamos con un grupo de colombianos minoritarios, en esta cárcel, que me cuentan que los guardas aquí son muy calmados, porque su arma, son los informes: si escriben uno, te niegan después visitas conyugales, o mercado, o incluso te quitan los descuentos en el cumplimiento de pena. Para ello la cárcel en España no te hace sentir el peso del delito y no se temen por su vida. Alguno se queja de la atención de la embajada, pero otro muy claro, justifica el desinterés de los diplomáticos: si venimos a España a delinquir por qué vamos a pedir el apoyo de nuestro país. España tiene un mecanismo; si te devuelves a tu país te rebajan la pena a la mitad; pero curiosamente la gente prefiere estar preso en España que libre en Colombia sin un peso, y sin posibilidad de regreso. Un colombiano relata abiertamente sus envíos de droga y las condiciones de su captura; muchos que no tenian velas en el entierro, cayeron con él y hasta el juicio pudieron demostrar su inocencia; en ese caso el estado español les guarda las semanas, como en un cheque en blanco, por si delinquen y pueden pagar esas semanas como compensación. Presentamos la obra, nos inventamos el recurso de iniciar todos cantando; eso le quita el morbo hacia las mujeres. La función sale muy clarita y buena. Al final les mandan papelitos a las actrices con su nombre y número de celda, esperanzados en una visita. Salimos a dormir en Alcalá de Henares, el mismo hotel y visita a la casa de Cervantes y otros edificios. Empezamos a ver muchos cristianos de Chile y China, que vienen a la visita del Papa.

El Viso, Pedroches (Córdoba)

Jueves 4 de agosto

De vuelta a Andalucía; nos metemos por un camino bastante alternativo, por el Puerto de Lápices, para entrar en Los Pedroches, un valle, que tiene una mancomunidad de municipios. El camino es simplemente espectacular, lleno de dehesas de encinas, donde se alimentan unos cerdos ibéricos de denominación de origen. El Viso queda al norte de Andalucía y en la frontera entre Córdoba, La Mancha y Extremadura. Realmente queda muy cerca de Badajoz; es una ciudad frontera que mantienen rasgos de diferentes pueblos y una excelente comida. La casa rural, a donde tenemos que alojarnos, queda a varias cuadras de donde nos ha dicho el concejal de cultura que estacionamos. Pero el calor de las 3 de la tarde hace que la pereza nos invada y tratemos de meter el bus por estrechas calles. Entrar pudo, pero al salir, el gran Sevillano y el director, confiados al ver anchas las calles, no tienen en cuenta los balcones andaluces, que no permiten pasar el bus por en lo alto. Los de la casa rural, son muy majos y han colaborado en la excesiva confianza sobre el real tamaño del bus. Por perezosos tenemos, en el peor calor, que sacar al bus en reversa por la misma estrecha calle, atiborrada de balcones. Una empresa titánica propia de Herzog. Sevillano ha perdido su trabajo como ayudante de flota, ya lo notificamos a Expreso Palmira. Camino al teatro, las campanadas como en Lorca, replican por un muerto. El teatro donde nos presentaremos es una bella sala asimétrica; el centro del patio de butacas es diferente al del escenario. Colgamos y nos encontramos que tienen luces, aunque sin Dimers y nos ahorramos mucho trabajo. El asistente nos invita a ver el Museo del Auto de los Reyes Magos. Un museo que refleja la historia de una celebración cuatrianual que data del siglo XIX, un tanto ingenua, pero que los pedrochenses defiende con orgullo. En la función llega el alcalde, gente con humor interno, muy amables y orgullosos de su comarca. Pese la sala tiene aire acondicionado, las señoras empezaron a abanicarse una vez iniciada la función; como recordándonos: estáis en Andalucía, tíos. La gente reaccionó a los refranes, no se salió ni un alma y al revés, como que al quedar vacío el pueblo seguía llegando espectadores faltando diez minutos para el final. Cuando terminamos la escena con un nuevo arrebato de celos de Vitoriano, la gente exclamó: ¡Otra vez!. Muchas salidas al escenario, una función de sala maravillosa. El grupo ha evolucionado mucho. Un actor de la zona, gordo y lleno de alegría nos felicita; le preguntamos sobre qué ha actuado, y no dice que hace años montaron El avaro de Moliere, cuando nos contó que había actuado Flechas, el sirviente muerto de hambre, entendimos la versión de la sorprendente versión de la obra. Cena de tapas bajo un toldillo en nuestra casa rural, gestionada para dar trabajo a personas con cierta discapacidad. El nivel de superación de los meseros es sorprendente.