martes, 9 de agosto de 2011

San Esteban de Gormaz

Sábado 6 de agosto

En la mañana paramos en un hospital a que atiendan a Alexander; al parecer la picadura de una mosca le ha provocado un roncha cerca al ojo y está muy inflamado: se ve fatal y necesita antibióticos. El seguro nos dice que paremos en San Sebastián de Reyes y nos bajamos en patota para ejercer presión en la atención. Pero no es necesario, lo pasan a donde la doctora muy rápido y la atención es muy oportuna, rápida y certera. Una sanidad pública muy buena que los privados quieren hacer entrar en crisis, como en Estados Unidos. Ojalá no la dejen perder.



Llegamos con cautela a San Esteban de Gormaz, un pueblo donde la concejal de cultura ha sido especialmente déspota y grosera por teléfono. El ayuntamiento sólo pone una comida y ni agua; como si fuera poco en el hotel cabemos la mitad y tienen que dividirnos en otro albergue. La ciudad ribereña del Duero, tiene unas iglesias románicas maravillosas y muy bien conservadas. Vamos a la plaza, con un bar al lado, por donde pasan carros y donde han dejado a un pobre portero y a su esposa como encargados de atendernos. Los apesadumbrados funcionarios también ven con extrañeza como no aparecen los funcionarios, que han visto en la piscina esta mañana. La energía que nos han puesto está mal, no es trifásica. Llamamos a un teléfono que está en la caja de luces y aparecen dos electricistas, con más ganas de fiesta que de currar. Corrigen algo superficial, pero cuando les demostramos que está mal, desaparecen como súper héroes, es decir actuamos con media caja de Diners. Si estuviera el Alcalde o la del cultura, no pasaría eso. Comenzamos el espectáculo y los actores son muy diestros ya en manejar públicos hostiles; por ejemplo a los de un bar, cuyas mesas quedan justo al lado del tablado, y que no piensa callar, los actores los persuaden de hacerlo. Ha sido la función a la que más espectadores han asistido, mal contada las sillas había cerca de 500, más la gente de pie. En su mayoría personas de edad avanzada, que con disciplina, cogen del montón su silla y la van llevando hasta las últimas filas. La función sale muy bien, mucha concentración colectiva aunque con automóviles que pasan. Algunos espectadores observan la función desde las ventanas del segundo piso, como en palcos o reservados, de los corrales de comedias. Nos saludan mucho después de la obra, una bibliotecaria que conoce Cartagena y desconocía la música y la cultura del Litoral Pacífico agradece la delicadeza de la obra. Los viejitos vuelve a apilar las sillas y nos vamos muy aplaudidos, pese al desgano y el desaire de la administración pública de San Esteban de Gormaz.