domingo, 14 de agosto de 2011

Medina del Pomar

Viernes 12 de agosto

La nostalgia empieza a rondar el grupo, la cuenta regresiva ya marca la penúltima representación. Medina queda cerca de Briviesca, atravesando cañones empedrados estrechos y el caudal de un joven Tajo. Después de comer nuestra última cuenta pagada por un ayuntamiento. Tenemos problemas para llegar a la Plaza del Corral que queda a un costado de un magnífico castillo de dos torres y de la ciudad amurallada; pero la experiencia hace que no nos preocupemos por nada. Finalmente llega la policía y escolta el bus.





El escenario de la plaza es de cemento y está lleno de vidrios rotos y excrementos de animales. Es, a toda vista, el lugar de los botellones. Nos dan un camerino esperpéntico; una casa medio derruida, con los pisos inclinados y lleno de espejos. Aforamos con telones a un costado un espacio para los cambios de vestuario. Ponemos luces, barren el escenario los funcionarios e iniciamos. La función no es fácil: hace frío, la plaza es dispersa, transita mucha gente y tenemos poca difusión. Los vecinos están medio indispuestos porque les hicieron retirar sus automóviles. Pero la experiencia hace que ya no nos desconcentremos y manejamos la situación. Los actores a motu proprio adaptan los espacios al espectáculo: la pareja del entorno celestinesco surge del portal de la casa destartalada; Vitoriano y Suplicio buscan, escalando por el castillo, a Plácida. Pero algunos vecinos increpan a los actores por cambiarse en la calle, mientras otros inquilinos tolerantes, esperan que quitemos nuestros vestuarios de la puerta de su casa. Todo sale magníficamente, no ha sido la mejor función, pero si la mejor manejada. Un señor viene a saludarnos. Nos cuenta que pudo ver la mitad de la obra en Palencia, pero por cuestiones de abordar su último bus presenció la mitad; entonces aprovechando que tenía que venir a saludar a su hermana vino a Medina del Pomar y alcanzó a ver, justamente, la parte que le faltaba. El tendero cuyo negocio queda frente a la plaza, vio la obra desde el balcón. A la mañana siguiente le regala a una de las actrices chocolates, felicitándonos por la actuación. Noche de evaluación y celebración en el restaurante en el que ayuntamiento no dio cheque en blanco, comemos exageradamente: confesiones y abrazos. Nos queda solo una función.