Domingo 17 de Julio
Nos encaminamos hacia Galicia, a Ribadavia, el camino es largo pero maravilloso, con parada a tomar café donde ya se identifica el cambio de acento. Llegamos a Ribadavia, un pueblito gallego que ostenta el nombre de una gran calle y una emisora en Buenos Aires. El pueblo es discreto pero con encanto; el río Avia pasa a su lado. Hace un calor maravilloso y el gozo por el verano se traduce en todos los aspectos de la cotidianidad. Nos quedamos en una residencia, Casa Evencio, maravillosa; un hotel de alcurnia en los 50 venido a menos, pero se notan sus buenos años. Comemos una burrada de entradas, sardinas, chicharros, bacalao…. Con segundos de ternera, empanadas gallegas y tantas patatas que ni los más glotones podemos acabar.
El doble de Ricardo
Vamos al teatro, estamos en le festival: la MOSTRA DE TEATRO de Ribadavia, que ya tiene muchos años. No estamos dentro del plato fuerte de la Mostra que se presenta en las ruinas de un castillo medieval; nos programan en una alameda con un escenario tipo retreta, cómodo pero lleno del polvo. A la hora programada la gente empieza a aparecer copiosamente y comenzamos. Al final muchos aplausos. Salimos a caminar después de la cena y el carro de policía pasa demasiadas veces a nuestro lado. El casco viejo del pueblo es maravilloso, una iglesia románica del siglo XII y una de las juderías mas bellas de España. Caminamos como una hora en una noche fría y con luna, cerca de el castillo y la judería.