Sábado 23 de Julio
En la mañana compras en una ferretería y llegada a Lerma, un pueblo de encanto. Muy pequeño, solo vive gente en casco nuevo. Paco el encargado de Cultura es una persona sensible y maravillosa y nos trata muy bien. Como nos quejamos del frío nos programa en un teatro, una antigua iglesia, donde hay enterradas unas monjas bajo el altar. Ojalá tuviésemos una sala así en Cali.
El pueblo concebido por el Duque de Lerma, valido de Felipe III, lo construyó en tan solo 13 años, un palacio de 4 torres, digna de monarca y construida gracias a un truco: pidió al rey hacer un palacio con 2 torres, mas dos que le correspondían 4. Lerma construyó unos pasadizo por todo el pueblo a partir de su palacio para nunca mezclarse con el pueblo. Cuando quisieron juzgarlo por la cantidad de peculados inmobiliarios fue nombrado cardenal: de ahí el refrán según el cual:
Lerma para no ser juzgado, se vistió de colorado. Paseos por el pueblo que ha convertido su palacio en un parador turístico, un hotel que no refleja lo que debió ser el esplendor del duque. La función muy tarde, pero por la espina del día anterior y el poder actuar en teatro, el grupo se luce. Unas setenta personas, todos viejitos salen contentos.
Catering en el escenario, con pulpo a la gallega y la valoración positiva de Paco. Para él hacemos esto muy fresco, con buenas imágenes y un desparpajo que no logran los españoles. Dormimos en un hostal viejo y con la premura de salir a Almagro. Es domingo y mucho tráfico.