Jueves 14 de Julio
Salimos hacia Zaragoza rumbo a la prisión de Zuera, el señor de la penitenciaría, llama constantemente: hemos hablado con él esta semana más que con nuestros familiares. Pero todo se complica, el chofer se pierde dos veces y llega el momento en que tenemos que parar el bus, en medio de la carretera, al lado de una estación de servicio. Tenemos que descansar, por ley, 45 minutos. Llegamos a la cárcel y todo son impresiones maravillosas. Sale un tractor a buscar la escenografía: todo son mensajes taxativos: no móviles, no carteras, no cuchillos, y no, no … Entramos después de una fuerte requisa, nos quitan los documentos y nos dan una ficha, si la perdemos o la cambiamos, tendremos problemas a la salida. Es una cárcel de máxima seguridad, tienen etarras, narcotráfico y una selección completa de personajes. El penal tiene canchas de squash, piscina, supermercado; las cosas, para muchos, son mejores adentro que fuera. El teatro es mejor que el de la universidad. Tiene de todo, y además muchos instrumentos musicales. Llegan los presos y para nuestra sorpresas presas. Ellas son de un patio de convivencia que tiene más privilegios a costa de acatar más reglas. Ellos en cambio son de un patio de detenidos peligrosos. Mucho latino, colombianos, dominicanos. El técnico es de Pereira, y otro búlgaro. Todos fornidísimos. La diferencia es que los guardas son barrigones y los presos atléticos; en caso de pelea está todo claro. Se salen 8 presos, nos ponemos nerviosos, pero no es que se aburran; es que tienen que ir a preparar el comedor. Al final mucha alegría, la obra bien pero no aplauden, la sala se vacía en un santiamén. Al final Zaragoza renovada por la Expo, el Pilar de lejos y una noche maravillosa en el pueblo de Goya.